C de corrupción
Lideran esta competición nuestros
políticos, de antes y de ahora, desde hace siglos en nuestro país; los
sindicatos, que también forman una casta aparte en lo que atañe a sus
dirigentes y los empresarios, que jamás se encuentran satisfechos con sus
beneficios y sus parcelas de poder.
Los primeros lo hacen todo, según
ellos, por el bien común de su patria, este motiva que no tengan sueldos bajos,
que no se aprovechen de su poder, que no pongan a sus amigos en determinados
puestos, que no se pongan de acuerdo en temas esenciales para el ciudadano y no
den cuenta penalmente de sus graves “errores” que conllevan el desamparo de los
más débiles; grandes sumas de propaganda, construcciones faraónicas y un largo
etcétera.
Los sindicatos, que lo hacen todo
por el bien de la clase trabajadora, tienen derecho a convocar huelgas y a
obligar a todo el mundo a seguirla con métodos, cuando menos, que atentan a la
libertad individual.
No tienen porqué dar cuenta de
sus cuentas, valga la redundancia, si algún juez se mete con ellos manifiestan
que son perseguidos, carecen de una base amplia de afiliados pero no importa
porque se mantienen y medran con el dinero público.
Hay casos, por su importancia,
que son clamorosos, como el tema de la cooperativa de viviendas, en tiempos de
Felipe González, o los actuales Ere en Andalucía.
Los empresarios, sobre todo los
de cierto relieve que, cuando van mal las cosas, no reconocen sus errores,
siempre es cuestión de plantilla. Destaca entre todos, los Bancos que cuando
fracasan en su política se limitan, como menos, a una reducción de plantilla;
eso sí, dan crédito a los partidos y a veces les perdonan la deuda, como al
Psoe en Cataluña.
Algunos jueces, de altas
instancias, cuyos fallos sonrojan al más humilde de los españoles, sea en
política terrorista, en temas económicos, sociales, etc.
Por último, la propia sociedad
española, a todos los niveles, porque gustan de las prebendas, enchufes,
trabajo en negro (a veces de gente jubilada con más de 2.000 euros de pensión)
y, lo más grave, va a votar con las vísceras no con la cabeza.
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