martes, 22 de julio de 2014

B de bondad
Mención especial al padre Ricardo, de Castellón, un sacerdote que, siendo rector del Seminario, prefirió dedicar su vida a ayudar a los pobres y a los drogadictos, a pesar de que durante muchos años sufrió la incomprensión de su Obispo; supo practicar la palabra perdón en muchas circunstancias difíciles, incluso con riesgo de su integridad física.

Me acogió en momentos muy complicados para mí.

Como no fue Papa ni persona ilustre no lo han declarado Santo, pero personas como éstas lo son de verdad y sin alharacas, el contrasentido de nuestra madre Iglesia.

También dejó huella en mí un benedictino de Montserrat, el padre Jordi Castañer, quien me dio la mano y me hizo vivir algunos meses en paz y calma conmigo mismo; hombre bondadoso y generoso donde los halla.

Sor Genoveva, de Barcelona, dedicada en cuerpo y alma a los drogadictos, allá en su casa de la Barceloneta, capaz de bajar a la puerta de la calle a la madrugada, cuando alguno de ellos llamaba al timbre diciendo que tenía frío y le entregaba una manta, y eso que ya tenía cerca de 80 años.




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