B de bondad
Mención especial al padre
Ricardo, de Castellón, un sacerdote que, siendo rector del Seminario, prefirió
dedicar su vida a ayudar a los pobres y a los drogadictos, a pesar de que
durante muchos años sufrió la incomprensión de su Obispo; supo practicar la
palabra perdón en muchas circunstancias difíciles, incluso con riesgo de su
integridad física.
Me acogió en momentos muy
complicados para mí.
Como no fue Papa ni persona
ilustre no lo han declarado Santo, pero personas como éstas lo son de verdad y
sin alharacas, el contrasentido de nuestra madre Iglesia.
También dejó huella en mí un
benedictino de Montserrat, el padre Jordi Castañer, quien me dio la mano y me
hizo vivir algunos meses en paz y calma conmigo mismo; hombre bondadoso y
generoso donde los halla.
Sor Genoveva, de Barcelona,
dedicada en cuerpo y alma a los drogadictos, allá en su casa de la Barceloneta,
capaz de bajar a la puerta de la calle a la madrugada, cuando alguno de ellos
llamaba al timbre diciendo que tenía frío y le entregaba una manta, y eso que
ya tenía cerca de 80 años.
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